Un sueño redondo

Un sueño redondo

Autor: J. C. Chadro
Había una vez un niño que soñaba con ser mayor para conocer la respuesta a todas las preguntas. Y sobre todo para que nadie volviera a decirle:

- Ya lo entenderás cuando seas mayor.

Ilustración del cuento Un sueño redondo de J. C. Chadro
Y aquel niño vivía en una pequeña casa, pero la casa soñaba con ser un rascacielos para que se le viera desde todos los lugares. Y para que en su interior vivieran cientos de personas.
La casita estaba en un pueblo, un pueblo que soñaba con ser una ciudad para aparecer en todos los mapas y así recibir miles de visitantes que admirasen sus calles y monumentos. El pueblo pertenecía a un pequeño país, ¿y el pequeño país?, os preguntaréis. Pues también soñaba. Lo hacía con ser una gran nación para que sus habitantes se sintieran orgullosos de vivir en un país poderoso al que todos tuvieran en cuenta y temieran.
El pequeño país estaba en la Tierra, y ella también soñaba, Soñaba con ser el Sol y reinar en un sistema solar. Y para que los demás planetas giraran a su alrededor.
Pero… había algo que, ni la pequeña nación, ni el pueblo, ni la casita, ni el niño sabían. No sabían que el Sol, la gran nación, la ciudad, el rascacielos y las personas mayores… también soñaban.
El Sol soñaba con ser la Tierra para estar lleno de vida y saber cómo es la noche. La gran nación soñaba con ser un pequeño país, para que así sus habitantes se sintieran orgullos de vivir en un lugar que jamás se había aprovechado de otros.
¿Y la ciudad? Pues soñaba con ser un pueblo y que todos sus vecinos se conocieran entre sí y se ayudaran unos a otros cuando lo necesitaran.
Mientras tanto el rascacielos soñaba con ser una pequeña casa llena de los recuerdos y vivencias de la familia que habitase allí.
La persona mayor soñaba con ser… un niño. Un niño, para seguir creyendo que todas las preguntas tienen una respuesta. Y para que nadie volviera a decirle:

- ¡Eres demasiado viejo para entender eso!

Y también para que todas las noches, después de acostarse, su madre le leyera un cuento. Y después, SOÑAR.
ilustración del cuento Un sueño redondo, de J. C. Chadro, se ve como un planenta, con un gran país, con un edificio y con pequeñas casitas, en una colorido bastante azul

FIN


Este cuento no es mío, por eso indico el autor, y no me gusta traer cosas de otros porque pierde mucho la gracia, he visto muchos blogs que recopilan cosas de otros blogs y las publican; aunque cites la fuente, o enlaces, o lo que hagas, me parece poco original. Supongo que puede estar bien para hacer más viral el contenido, para que tenga más seguidores y lo conozca más gente, pero en fin…
En este caso particular se trata de un cuento con historia, una historia personal, tonta, sin ser nada especial, pero es mía, es una experiencia, y por tanto esta es una forma de inmortalizarla; vamos, de que no desaparezca, se pierda, o se me olvide.
Hace un par de años o tres, no importa, llamaron a un colectivo literario de mi ciudad para ver si podían ir a un colegio a leer cuentos, que querían hacer un día especial de lectura para animar a los niños a leer. Se trataba de un colegio de periferia, que siempre suelen caracterizarse porque sus alumnos pertenecen más bien a familias con recursos normalitos tirando a bajos; muchos niños son de familias gitanas bastante acostumbrados a la calle, probablemente muchos tengas dotes vocales y el ritmo en las venas, pero igual la lectura no la tienen tan interiorizada; aunque para encontrar niños que tengan la lectura interiorizada en estos tiempos hay que rascar bastante.
El caso es que me ofrecieron participar y yo acepté encantado, me pareció una gran idea, y un reto: ser capaz de mantener la atención de los niños mediante la lectura; uno no es especialmente dado a los chistes ni posee un gracejo natural, es más bien reservado y serio (aunque haya momentos y momentos). Una vez allí, la tarde de animación a la lectura era la tarde de la fiesta de fin de curso, en la que los niños enseñan ilusionados los meses de trabajo que llevan ensayando sus números musicales, sus bailes, y sus cosicas. La ilusión y la vergüenza de actuar frente a sus compañeros de cole, quienes, a su vez, la única ilusión, o al menos razón, que tenían para quedarse en el salón de actos era precisamente ver a sus compañeros, sobre todo compañeras, pues las niñas son mucho más lanzadas para esto del arte dramático y de los bailes, hacer sus números, y no para ver a un grupo de adultos que salía de vez en cuando a leer algún cuento.
ilustración del relato Un sueño redondo, de J. C. Chadro. Se ve un pequeño con gente en sus calles donde todos parecen conocerse.
Este es el cuento que me tocó leer, y este es el cuento que aparece publicado, uno intentó hacerlo lo mejor que pudo y supo, por supuesto estaba bastante nervioso, concentrado para hacerlo bien y divertir al público, interactuando con los niños, preguntándoles si ellos soñaban con ser futbolistas o domadores de circo; el fútbol siempre es un tópico recurrente y aborrecible, pero si lo único que ves cerca son camisetas del Madrid y del Barsa pues hay que tragar saliva y claudicar, al fin y al cabo, uno estaba ahí por y para los niños.
Leer en público no es fácil, pues no hay que leer, hay que declamar, interpretar el cuento, creértelo, mirar a tus escuchantes, ver sus caras, etc., y una vez solo ante el peligro, con el corazón a ciento veinte, con un calor repentino, una falsa seguridad disfrazada de aparente tranquilidad, un folio en una mano, y un micrófono en la otra, delante de espectadores que te juzgarán si lo haces mal, y que no parecen interesarse mucho por lo que tú vayas a contarles, te das cuenta de lo difícil que es a veces hacer las cosas más sencillas.

Ya veis, nada especial, de hecho creo que ha sido más larga la divagación que el propio cuento. Así pues, me despido y hasta otra entrada. Quizá aproveche y ponga algunos cuentos infantiles que tengo por ahí sacados de otro momento de mi vida, pero están en portugués y me toca traducirlos, y no sé hasta qué punto sabré hacerlo con un portugués olvidado.

3 comentarios:

  1. ¡Es un cuento muy tierno! Y también lo es tu explicación, Poeta Borracho. Me ha gustado. ¿La explicación? ¿El cuento? Los dos.

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    Respuestas
    1. Pues muchas gracias, la verdad es que estaba un poco cansado de ver el folio revoloteando por mi escritorio, así que lo publico por aquí y asunto arreglado.
      Sorprendido una vez más por tu velocidad, algún día llegarás antes que yo y dejarás un comentario antes de que exista la entrada.
      Bromas aparte, aprovecho para pedirte un pequeño favor: algún cuadro sobre espantapájaros que te guste especialmente.

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    2. ¡Es que es la segunda vez que me ha pillado tu publicación justo cuando estaba por aquellos mundos! Te busco algún cuadro con espantapájaros y te lo mando.

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